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flordepresseguer's avatar
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CAPÍTULO 13:

11 de Julio de 3027

Llevaba 200 páginas del libro. Me gustaba muchísimo esa historia, aunque por las dimensiones de este, no había hecho más que empezar. Pero esa noche, igual que las dos anteriores, me costaba concentrarme. Y todo por culpa de María. Ella me había enquistado todas esas cursilerias estúpidas en la cabeza.
Desde que suponí los sentimientos de ella hacía Macy, no pude parar de observar cómo se comportaban las dos. Si te parabas a mirarlas, no era de extrañar que María estuviera confundida. Macy siempre estaba a su lado, la abrazaba, le decía cosas bonitas y le hacía bromas que solo ellas entendían, pero no se podía saber si eso era a causa de amistad o algo más fuerte. El único momento en el que no había duda de que pasaba algo fue cuando a Macy se le cayó un tenedor al lado de María. Las dos se agacharon para coger el tenedor, y cuando sus manos se tocaron, las dos levantaron la cabeza a la vez, como si lo hubieran ensayado. Se quedaron mirando la una a la otra, sin decirse nada, con poco espacio entre nariz y nariz. Yo no sabía donde ponerme mientras cogía los platos de el cajon.Sentía que estaba en un momento demasiado privado y especial para María. Hasta yo tenía ganas de que pasara algo en ese momento, pero María sonrió y se levantó sin decir nada. Macy parecía confundida, pero al momento volvió a su estado normal.

Las palabras de María sobre el amor me daban vueltas en la cabeza sin parar. El amor era una cosa inútil. Solo con mirarla a ella te dabas cuenta de que era algo perjudicial. Solo te causa debilidades, alguien a quien pueden usar en tu contra. Como líder de la rebelión no podía pararme a pensar en esas estupideces. Pero… No podía parar de preguntarme. ¿Y si era tan bonito como todos decían? ¿Y si era verdad que pensar en él cuando decía esas cosas, era porque me gustaba?
Era verdad que desde que me contó su historia lo veía con otros ojos, y siempre esperaba que tocara mi puerta por la noche para saber que estaba bien, pero eso no era estar enamorada. Solo era tener un amigo. Y aunque me costaba admitir que Leo me caía bien, era mejor que admitir algo que no era verdad. Y era que tenía… Sentimientos hacia él.
Que asco me daba solo de pensarlo.

Decidí volver a leer el párrafo que llevaba repitiendo media hora, sin seguir entender ni una palabra. Cada vez que me intentaba concentrar pensaba en Leo. Mi temor iba aumentando a medida que pasaban los minutos. Llevaba casi una semana en ese palacio y solo me había servido para confundirme. Tenía que concentrarme, pensar solo en la rebelión. Y como mucho en los libros. Nada más. Nadie más.

La puerta de la terraza se abrió despacito, mientras la cabeza de Leo asomaba por ella. Yo le saludé y volví al libro. Él se sentó a mi lado y empezó a leer MI LIBRO, sin mi permiso, claro.
- Me tapas la luz. -dije sin levantar la mirada-
- Veo que hoy también estás de buen humor. ¿A que se debe tu brillante sonrisa?
- Sonreía antes de que llegaras tú. Ahora se me han quitado las ganas.
- Eh relajate. No te he hecho nada malo. -dijo Leo, serio-
- Perdona. -suspiré- Tengo muchas cosas en la cabeza, y no tengo ganas de hablar. ¿Vale? Solo quiero leer mi libro.

Lo miré a los ojos para hacerle entender que iba en serio. El me devolvió una mirada. La barriga me dolía de una manera extraña. Negué con la cabeza, ignorando el dolor, y volví a mi libro. No me tendría que haber hecho muchas esperanzas, porque Leo no sabía estar ni 10 segundos callado.
- A veces creo que reprimes las cosas que realmente quieres decir. - solté un bufido- Lo digo en serio. Y eso es malo. Estoy seguro que te iría bien contar tus preocupaciones a los demás. Funciona mejor que cualquier libro.
- ¿En serio? Entonces cuéntame tus preocupaciones listillo. Si es tan fácil como dices…

Esperé una respuesta sarcástica o cortante, pero el idiota me respondió con una sonrisa de oreja a oreja, como un crío.
- ¡Claro! - dejé el libro en el suelo y lo miré atenta- A ver… Llevo una semana sin poder dormir muy bien. Me muero de calor en mi habitación, y abrir la ventana no es una opción, pues los mosquitos me podrían comer en segundos. -levanté una ceja como señal de burla- ¿Quieres algo más serio? Muy bien… Hemos detectado un asesino a sueldo que había intentado entrar en palacio para matar a el rey.

No me había enterado de eso. Me imaginaba que no sería uno de los rebeldes, pues la única que tenía autoridad para matar a alguien de la familia real era yo. Sería algún listillo sin muchos cascos.
- A veces me pregunto cómo puede vivir esa gente.
- ¿Quienes? -pregunté-
- Los asesinos a sueldo. Debe ser horrible pensar en todas las vidas con las que han acabado, solo por unas monedas. Una persona mentalmente estable no soportaría el peso de todas esas muertes, todos los familiares afectados y su dolor.

Sus palabras me dolían cada vez más. Apreté las manos, notando mis uñas en la palma de la mano.Tenía que aguantar el tipo, pero no era nada fácil. Me estaba recordando todas las cosas que intentaba olvidar todos los días.
- Estoy seguro de que todos los que matan como profesión están locos, o se habrán vuelto locos. Solo son peones de los ricos, usados para que estos no se ensucien las manos. Me dan asco.

Mis manos empezaron a temblar, y miles de voces volvieron a aparecer en mi cabeza. Después de mucho tiempo había conseguido mantenerlas calladas, pero Leo me había recordado su presencia. No pude evitar soltar una lágrima. Leo se calló al momento, tocándome el hombro para ver si estaba bien. Yo lo aparté y sin decir nada salí de allí. Caminé a toda velocidad por el pasillo, con la cabeza gacha para que nadie viera mis lágrimas. Todo me daba vueltas, no conseguía concentrarme en nada. Solo en los gritos. Veía sangre por donde pasaba, en mis manos, por todo mi cuerpo. Mis pies iban automáticamente por los pasillos, porque mi cabeza estaba demasiado ocupada torturandome. Cuando ya estaba por la zona de las escaleras, oí los pasos de Leo a mi espalda. Entré en la habitación y cerré la puerta de un portazo. Me apoyé contra la pared, esta vez sin reprimir el dolor. Me senté en el suelo, contra la puerta, y empecé a llorar. Estaba segura de que Leo estaba al otro lado, escuchando mis sollozos. Veía la sombra de los pies por debajo de la puerta.

Leo tenía razón. Era un monstruo. Me había vuelto loca para ser capaz de matar a toda esa gente. Me había vuelto asesina para poder sobrevivir. Había matado a gente inocente, gente con familia, hijos, amigos y vidas. Unas largas y felices vidas que yo les había arrebatado a cambio de comida o agua. Me daba asco a mi misma. Me había obsesionado en una causa justa, como era la rebelión, para olvidarme de todo lo malo que había hecho en mi vida.

Leo dio tres golpecitos en la puerta, caminó unos pasos y abrió la puerta de su habitación. Esperé unos segundos después de que cerrara para levantarme. Con las prisas me había dejado el libro en la terraza. Respiré hondo, me sequé las lágrimas y abrí la puerta.
El libro estaba en el suelo, justo delante de mi puerta. Yo me quedé quieta unos segundos mirándolo, sin dejar de pensar en lo horrible que era. Leo abrió la puerta de su habitación, y sin darme tiempo para huír, me rodeó con sus brazos. Yo intenté resistirme, pero no tenía fuerzas para ello. Simplemente hundí la cabeza en su pecho y volví a llorar.
Comments1
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heosppros's avatar
OMG esto esta super BEAUTIFUL!!!!! me encanto, espero con ansias el sig :D :D